EL INGRESO AL JARDIN
Han
transcurrido ya ocho meses desde que mi negrita tus tus se quedó levantando el
barrio a grito herido porque su mamá la abandonaba en los brazos de una
desconocida, en un lugar nuevo y la dejaba allí durante 9 largas horas, por mi
parte yo, llore, llore y llore, sentía que dejaba un pedazo de mí, sentía que
le iba a pasar todo lo malo, sentía que era la peor mamá de todas, sentía que
era una irresponsable por traer al mundo hijos que no podía cuidar todo el día
yo misma, trauma tras trauma, el único aliento de la jornada era que cuando mi
hermana menor la recogía, la profe decía, no ella no llora sino un poquito
cuando se va la mamá y ya se queda tranquila, y yo pensaba, tranquila? En
serio? No lo puedo creer, pero así era, en la tarde se ponía feliz de ver a la tía y la tía la encontraba común y corriente jugando con sus amigos
pacíficamente.
Casi al mes,
dejo de llorar.
Su hermana
mayor contó con peor suerte, tuvo mamá hasta los 2 años y medio y tuvo abuelita
durante su primer año de vida, por lo que fue una nena supremamente consentida,
llego al jardín a llorar todo el día, en momentos de su rutina, se agachaba a
llorar sólita en un rincón, comentaba su profesora, yo con el corazón partido
me sentía tan culpable y tan mala.
Aún llora,
ahora menor, pero aún le cuesta desprenderse de mí.
Hoy, después
de ocho meses de la chiquita y casi un año de la mayor adaptándose al jardín,
puedo decir con total confianza que si tengo un tercer hijo, entrara al jardín antes
del año, definitivamente mi hija pequeña tiene unos avances tremendos
comparados con los de la mayor, por ejemplo, lucia come sola desde el año, Gaby
casi cumple cuatro y aun toca cucharearla, todo porque el jardín, no es el
lugar de abandono que yo pensé, el jardín es el lugar de la libertad, de la
experiencia, del aplauso, de la sociedad, de identificarse como hombre o mujer,
de la independencia, y leyendo y enterándome un poco más del proceso de aprendizaje
de los niños, el mayor aprendizaje se da antes de los 2 años de edad, porque es
cuando más conexiones neuronales nuevas se dan, y a partir de los 2 años el
niño comienza a presentar necesidad de vida social.
Claramente,
ninguno de nuestros bebes estará solo y mucho menos obtendrá de manera absoluta
la atención de su profe, tendrá que defenderse sólito en muchos aspectos, tendrá
que aprender a compartir, tendrá que aprender a esperar, y que son estas
experiencias? Valores, el valor de la amistad, de la paciencia, del respecto,
del compartir, del escuchar, son valores que desarrollan dentro de su contexto
social, y aunque queramos sobre protegerlos y mantenerlos bajo nuestros brazos
todo el día en la casa, no vamos a permitirles su libre desarrollo y su
exploración del mundo.
Por más
factores que analizo, y aun guardando algo de nostalgia en mi corazón, porque
soy mamá y quiero estar con ellas todo el día y solo observarlas y comérmelas a
picos, pienso que la decisión de ingresar temprano al jardín es la más acertada,
para mí, la sociedad actual y la oferta masiva de comodidades para mantener a
un bebe limpio, hermético a los germenes, también infunde una personalización
ya bastante extrema, que puede terminar en soledad, el gimnasio para él solo,
el tapete anti gérmenes, la cuna con diez mil funciones aislantes y sobre
protectoras, la mamá exclusiva, celosa, posesiva y sobre protectora, y sé que
es así, porque así fui yo misma con mi primera hija, pero ya luego las
circunstancias hicieron que a la fuerza tuviera que dejar a la menor de apenas 11 meses en el jardín
todo el día, y aunque dolió y mucho, ahora veo el fruto de cederle esa libertad,
tanto en ella como en mí.
Me sorprende
ver cuánto ha avanzado en tan pocos meses, gracias a la libertad de
experimentar por si misma los retos que más adelante cuando sea adolescente o
adulta tendrá que enfrentar en la sociedad, en su vida profesional, y cuánto agradecerá
el haber iniciado con estos retos que se viven personales, porque cuando sea
adolescente o adulta yo no estaré tomando sus decisiones, tan solo observare
desde la distancia que ella me permita, la alentare, y ella sola tendrá que tomar
sus decisiones y vivir su vida, cruel? No, real.
Una mamá es
la mano de Dios en la tierra, pero Dios no siempre te hala hacia el camino
correcto, muchas veces te deja solo en la “Y” y tú debes decidir, y cuando
llega el momento de la decisión y nunca has practicado solo, el filtrar, el
determinar, el organizar tus ideas para tomar una decisión correcta?, cuando
siempre alguien ha decidido por ti? Cuando todos los peligros de caídas, de
germen, de virus han sido omitidos de tu vida? Cuando el conflicto, el
mordisco, el compartir se te ha limitado a que tu todo lo tienes y todo lo
puedes?, con que herramientas vas a decidir y a vivir una vida segura y
coherente con tus principios y valores?, los que tu entorno social y familiar
te ayudan a crear?, vamos al jardín, sin temor, con seguridad, brindándole a
nuestros hijos la tranquilidad de que su propio espacio y su propias
experiencias serán totalmente positivas y sin mamá, mamá es la ayuda, los
brazos siempre dispuestos, el hombro para llorar, la defensora, la animadora,
pero mamá también debe decidir soltar para que él mismo crezca como ser
independiente.
Mi
experiencia con el jardín ha sido absolutamente positiva, aunque confieso, si
pudiera, solo las dejaría medio día, para compartir más con ellas y fomentar el
amor que solo mamá puede dar, pero lo contrarresto llegando a casa con una
sonrisa, con una actitud de amor, de escucha, de apego, dándoles el tiempo de
calidad que necesitan, y encantándose con sus relatos y vivencias, llorando
cuando las golpean, sufriendo cuando les pega el virus, riendo cuando
alcanzaron un nuevo logro, siendo mamá, pero dejándolas explorar por si mismas
la vida.
Lo peor que
puede pasar si inician temprano el jardín, es que crezcan.
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