DIOS ETERNO, DIOS DE GENERACIONES

Tarde bastante en comprender que mucho antes de mi nacimiento había llamado a mi generación.

Dios es eterno, no tiene principio ni fin, es un Dios de generaciones.

Si los hijos son como las flechas en las manos de un guerrero que conquistan lugares a donde el guerrero no logra llegar, quiero agradecer por los guerreros que me tuvieron en sus manos para lanzarme a la tierra de la que hoy disfruto.

Quién soy yo para juzgar sus decisiones y caminos? Quien soy yo para decirles si lo hicieron bien o mal? Fuimos una herencia que Dios puso en sus manos y sin duda alguna, ellos recibirán su recompensa, como hijos, estamos llamados a honrarlos, a amarlos y en su vejez a acompañarlos, a aprender de ellos y a aconsejarlos para que sean unos ancianos intachables, útiles y felices.

Juez solo hay uno y se llama Dios, Él es un juez justo, que no se contradice, que es fiel a su naturaleza y a las leyes que Él ha provisto, que  de igual manera nos ha dado los caminos para cumplirla y para rectificar nuestro andar en caso de desviarnos.




No debemos llenar nuestro corazón de rencor y remordimiento por lo que no tuvimos, más bien, debemos agradecer lo que sí tuvimos, así haya sido un orfanato y un plato de comida, Dios estuvo ahí, en los fracasos y temores de nuestros abuelos y papás, Dios estuvo ahí, en las crisis económicas y en la ausencia de un abrazo, Dios estuvo ahí, que tus padres lo hayan aceptado en su corazón, es cosa de la historia, que a tu vida Jesús haya llegado a sanar los chichones de esa historia es más que una prueba de que su amor ha estado a lo largo de tu generación, tal vez su voz no alcanzo a llamar la atención completa de papá o de la abuela, pero aquí estas tú, lejos o cerca, donde sea que te haya dejado el impulso de tus antepasados, es el momento, el lugar indicado para cambiar la historia y escribir una nueva, para tus hijos, nietos y bisnietos, Dios siempre es el mismo, Él es fiel.


Las cicatrices que traemos, cada esfuerzo, cada lucha, cada victoria obtenida por abuelos y papás, fueron un abono para la tierra que estamos conquistando, por eso, aunque seamos grandes y ya no vivamos con ellos, aunque disfrutemos ahora de una nueva tierra, nunca olvidemos de donde ha sacado Dios a toda nuestra generación y a donde nos ha traído, soñemos y visualicemos a donde llevará nuestra herencia, agradezcamos por nuestro árbol genealógico, bendigámoslo, y a los papitos y abuelos, amémoslos, abracémoslos y sirvámosles en cuanto podamos.

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