EL PARTO

Tras un embarazo solitario pero tranquilo, en una ciudad lejana, alejada de mis seres queridos, acompañada solo de las travesuras de Gaby que medio caminaba y el amor de mi amado esposo, me encontraba pasando las últimas semanas de mi embarazo en Bogotá, en el apartamento de mi hermana.

Las últimas semanas habían sido las más movidas de mi vida, mi instinto de protección me hacía viajar casi semanalmente a la finca de mis padres a estar con mi mamá, ella ya estaba preparada para la llegada de Maria Lucia, había comprado todo el kit de tijeras, algodones, isodines y guantes y también había contactado a las parteras de la zona, así que si MiLu decidía nacer en Carmen de Apicala, por nosotras no había problema, sin embargo, con cada contracción falsa salíamos corriendo para urgencias en el hospital del pueblo, moríamos de los nervios y la risa cada vez que teníamos que tomar el moto taxi 15 minutos hacia el Carmen, ese pequeño carrito brincaba y brincaba y en cada brinco yo pensaba… ¡Aquí fue! Mientras con mi mirada temblorosa veía fijamente a mi Gabriela que le toco vivir todo el corre corre con tan solo 2 añitos, por fin llegamos al pueblo aquella tarde, la prescripción del médico fue: “si puede váyase para Bogotá porque usted ya está dilatando”; por supuesto mi mamá no iba a correr un segundo más de riesgo, esa misma tarde nos montamos en la flota hacia Bogota y llegamos directo a la clínica del Bosque, allí me examinan, me hospitalizan y empieza el primer viacrucis de este parto.

Cuatro días dure dilatada en cuatro centímetros y hospitalizada, recuerdo tanto que ponía una canción en el celular... que dice... “la invite a champetear... la invite la invite a bailar” y a ritmo de champeta yo le decía a milu “dale milu que ya estoy cansadita de esta barriga y no quiero que nazcas preciso en Halloween”, dicho y hecho, después de 4 días bailando champeta para que la princesa bajara, nada, se pasmaron las contracciones y me mandaron para la casa el 30 de octubre.

De nuevo yo con mi barrigota, mi otra china a medio hablar caminar en el apartamento de mi hermana con mi mamá y con mi amado esposo en Cúcuta, pero con toda la moral de que milu iba a llegar sana y en el momento que Dios lo indicara, la fecha probable de parto era el 24 de noviembre, aún quedaban varias semanas por delante.

El 11 de noviembre cumple años mi tia lucero, por tanto el 10 de noviembre mi mamá se había comprometido a pintarle el pelo y a compartir con ella un almuerzo, yo como buen estorbito me le pegue a mi mamá, nos fuimos para suba a almorzar con mi tia una deliciosa mojarra, recuerdo tanto que era demasiado deliciosa y que mi tia me dijo esa tarde “Lucia quiere pescado para nacer” y yo tenía hacia días muchas ganas de comerme un helado, pero como es costumbre para estas épocas llovía de día y de noche y no había tenido chance de comprármelo, me sentía un poco cansada pero en mi cabeza pensaba.. milu llegara el 24, ese día me gustaba, era par, es un numero bonito y me daba tranquilidad, sin embargo, hacia las 6:00 pm mi tia salió a la tienda y de regreso me trajo un caserito de yogurt de frutos rojos ¡Me lo devore!, el helado más rico que me había comido en mi vida!, yo que me como el helado y mi mamá que empieza como buena mamá con palabra de bruja: “te veo como ojerosa, te veo como mal, mejor vamos al médico a que te tomen la tensión”, yo no me sentía muy mal pero si tenía mucho cansancio, así que accedí.

Llegamos al bosque a las 8:00 pm, a las 10:00 pm ya estaba yo en sala de partos con Pitocin para acelerar las contracciones, llegue dilatada en cinco 5 cm, muerta del susto, mi anterior parto había sido por medicina pre-pagada, como un hotel cinco estrellas, a esta bebe le había tocado por eps y claro, me atemorizaba enormemente la sala de partos con mil mamás más quejándose y trabajando por ver nacer a sus pequeños, pero Dios me escucho, para esa hora la única en sala era yo… felicidad, paz, Uach solo pensaba “¡Gracias Dios, Gracias!”; miraba el reloj de pared que estaba justo al frente de la cama 11:00 pm, “no mamá seguimos en 5 cm”, 12:00 pm: “mamá no dilatas más, te vamos a dejar descansar de la droga y mañana continuamos”, yo no sentía unos dolores absurdos por lo que accedí tranquila, me desconectan el Pitocin, apagan la luz y cierran la cortina de mi cama, yo me giro para intentar dormir, la enfermera sale a decirle a mi mamá que se puede ir, que esa noche Milu no iba a nacer, mi mamá desde afuera me manda un beso y se va a descansar.

De repente, Crunch!!!!.. sentí que algo se desgarro muy adentro y ahí si empezó el dolor, el dolor más absurdo, intenso, desgarrante que haya sentido en mi existencia; comencé a timbrar como loca en el botón de emergencias, al fin llego el doctor, le digo “Doctor, Usted me quito la droga y ahora si me duele y me duele mucho, muchoooo…”, el doctor me examina y dice “Si señora, ya rompió fuente, ahora va en 8 cm”, cuando una mujer dilata más de 5 cm no pueden colocarle la anestesia que va directamente a la columna vertebral, así que sin un dolex, sin un acetaminofén, no me podían dar nada en absoluto para el dolor, lo único que tenía era mi amor por milu, mi cuerpo flaquito pero fortalecido e hinchado de valor y la moral de mi mamá, mi mamá! El ginecólogo me regalo un minuto de celular para llamarla, le digo “mami, devuélvete ya, rompí fuente, Milu ya viene“ mi mamá responde “ok Caro, tranquila, tranquila, ya mismo me devuelvo”.

Las dos horas más largas y eternas de mi vida, el dolor se apoderaba de mí y no me dejaba respirar bien, en vez de votar el aire tranquilamente yo gritaba, apretaba tan fuerte el brazo de la enfermera que al otro día fue a mostrarme los morados que le deje, cada vez eran más seguidas las contracciones, cada vez más agudas, solo tenía a mi lado el brazo blando de la enfermera que me decía “Vamos mamá concéntrate, respira, respira bien, concéntrate”, y de frente al ginecólogo estudiante joven que me miraba muy profesional para decir “No pujes, aún está muy arriba, tiene que bajar más” y yo entre sollozos le decía que no podía evitar pujar, es algo natural, tú no eres dueña de tu cuerpo, el solo entiende lo que siente y lo que debe hacer, de repente el gineco dice “Ya, pásenla a sala”, la camilla se mueve rápidamente por un corredor blanco y frio con esas luces terroríficas de quirófano más blancas aun, llegamos por fin a un cuarto más terrorífico con aparatología para el parto, ponen mi camilla junto a otra y me dicen “Mamá, con los codos y los tobillos apóyese y ayúdese para pasarse a la otra camilla, yo solo mire a la enfermera y le dije “¿Cómo? , no puedo” me insistieron, así que de donde no sé, pero con todas mis fuerzas me sostuve de codos y tobillos y levante mi pelvis, al levantarla grite y sentí un dolor tan profundo, inexplicable, no existen palabras para describirlo, de repente solo descanso, solo cansancio, solo milu… su llanto su color moradita moradita, su primera mirada y ya al verla lo que pasar conmigo no importaba; como dije no alcance a pasarme a la otra camilla, al levantarme milu salió volando, literalmente el ginecólogo la atrapo en el aire; a ella se la llevaron a pesar y vestir, a mí me esperaba otro pedazo de pesadilla, como a un animalito me lavaron con agua helada, recuerdo ver mis piernas temblar sin control y mis ojos llorosos mirar hacia el techo pensando en a qué hora podría tomar algo de calor, me cogieron puntos que ni sentí de la anestesia local producida por la adrenalina y el frio.

Por fin me devuelven a sala de partos y me entregan a Maria Lucia, en mis brazos la miro fijamente, se me parece a mí papa, la bendigo, la beso, la pongo en mi pecho dos segundos, veo que succiona bien, y me duermo; caigo rendida en un profundo sueño, demasiado cansada, eran las 2:00 am, alcanzamos a dormir hasta las 6:00 am, a esa hora me despiertan para pasarme a otra camilla y por fin ir a la habitación para encontrarme con mi mamá.
Mi amado esposo, siempre estuvo conmigo presente, hablamos por celular hasta donde nos lo permitieron, pero su trabajo no lo dejo llegar ese lunes festivo, los pasajes estaban demasiado costosos, así que por ahora Milu solo conocería a la tia Nana, la tia Sandra, la tía Camila, la abuelita Gordis y a su hermanita Gaby.









A las 2:00 am del 11 de noviembre de 2011 llego milu a mi vida como la muestra más grandiosa del amor de Dios al crearnos, tan frágiles, suaves, delicadas pero tan capaces, las únicas capaces de llevar una vida dentro de la nuestra, milu fue mi mayor muestra de valentía, yo siento y pienso siempre que las dos estábamos conectadas cada segundo previo a nuestro primer encuentro, que así como yo sufrí y grite ella lloro con todo su corazón al salir de ese viaje tan doloroso pero tan bonito para conocerme, hoy tras un año de dejar mi vida y mi fuerza en ese quirófano de la clínica El Bosque, veo sus ojos y tengo certeza que lo volvería a hacer mil veces a cambio de su sonrisa y lo feliz que ha hecho nuestras vidas, es la adoración de su hermana mayor, aunque a su manera, la dulzura de mi hogar está en su sonrisa.









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