YA NO ES BEBE

Mi princesa, aquella dulce cosita rosadita, cachetona, juguetona y bailarina, ya no me mira igual.
Es la primera vez que no veo a mi bebe, ahora veo una niña tan invadida de cualidades, habilidades y destrezas que cada día me sorprenden más, el reto ya no es mantenerla aseada, peinada, alimentada y con energía, el reto ahora es conocerla y guiarla hacia su propia identidad, única y autentica, es conducirla por un camino adecuado de valores y guía espiritual para discernir, filtrar y afrontar el mundo en el que vive.

Definitivamente ser mamá va mucho mucho más allá de nueve meses de panzota, fuerza y voluntad de parto, actitud y tetas de lactancia, mucho, mucho, mucho más allá, ser mamá es ver la vida de un ser ajeno, autentico, único, independiente desde la perspectiva de que creció dentro de ti, te vio a los ojos por primera vez a ti y que por él/ella serias capaz de dar la vida.

Sentí nostalgia, susto y desconcierto, me creía mamá cuando apenas conocía el abrazo, el llanto, el apego y el amor de la incredulidad de sus ojos, ahora veo que definitivamente no tengo idea como ser mamá de esta pequeña llena de singularidades que ya no me necesita para comer, prácticamente para vestirse, menos para escoger sus atuendos, ni para ir al baño, cada día es mas de ella y menos mía, me sorprende cuanto veo de mí en ella y cuanto más aun no conozco; no es fácil de entender, a veces ni quiero que esto suceda, pero me encanta, me fascina, ver su autenticidad cuando me habla con tanto criterio, ver como sus palabras ya no solo forman frases, sino que tienen sentido, a parte tienen un contexto real y además llevan su punto de vista único e inquebrantable.

Y en medio de esta gran incertidumbre, por un momento, me sentí morir, me vi abandonada, desechada, inútil, y lo peor, sin herramientas, sin estrategias, ya no me va a funcionar la receta de la abuela, ni mucho menos la lactancia por demanda, ya no podre descifrar entre sus cinco estilos de llanto hambre, frío, calor, sueño o pataleta, no, ahora somos ella y yo, y… quien era yo?, pienso que este es el inicio de la receta, ser consciente de que hace 4 años casi, no era mi muñeca, era mi yo, mis sueños, mis realidades, mis necesidades y mis expectativas, y que ahora ella inicia esa exploración de sí misma, convirtiéndose en mi aliada y mi aprendiz, ya no en mi bebé.


Mamás, no hay fórmula secreta, pero sí hay ayudador, uno único, incondicional, omnipotente, omnipresente, omnisciente, el espíritu santo, ninguna de estas cualidades tenemos ni llegaremos a tener sin él, cuando nos encontremos frente a estas nuevas etapas en el crecimiento de nuestros hijos, no hay porque temer, hay que buscar su dirección, Dios ama las funciones matemáticas que suman y multiplican, que suman su corazón al nuestro y multiplican su favor con nuestras manos traducidas en bondad; en esta nueva etapa de mi relación con mi hija mayor, la estrategia es aferrarme a mi ayudador, pedir y aceptar su dirección y multiplicar sus bondades, su amor, su fortaleza, su ánimo, sus abrazos, sus besos y su disciplina con mis manos, a mis hijas y mi esposo que son lo principal, y así mismo a todas las relaciones que existen en mi vida, por esto las invito a que todos los días le preguntemos al espíritu santo, “qué necesita mi hijo, mi hija de mí?” Y Él, que sí conoce todas nuestras necesidades, sentimientos y expectativas, será bueno y fiel en guiarnos acertadamente para saber afrontar con sabiduría cada nuevo reto que nos presente su crecimiento, y con este mismo ejemplo les enseñaremos que a pesar de que cada día descubran nuevas cosas que los puedan llenar (ipad, celular, juegos, tv, comida, dulces, regalos, papás), solo será suficiente y acertado el consejo y el amor que vienen de Dios, solo Él será suficiente para nosotras y para ellos.

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