¿CRIANDO VACAS O INSTRUYENDO PERSONAS?

 “El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender”
Michel de Montaigne

Cuando somos padres nos enfrentamos a un sin número de prejuicios y estándares que el mundo nos quiere imponer, la familia, las tradiciones, la cultura, el país, la religión, y los otros padres que siempre creen tener la razón y empiezan a encasillar los niños en hiperactivos, tímidos, retrasados, avanzados, etc. Pero quiero que sepas que Dios no los encasilla ni nos encasilla a nosotros como buenos o malos padres, no creamos estas mentiras, más bien, obedezcamos lo que la palabra de Dios dice.












De repente nos encontramos preocupados por vestirlos, atenderlos, alimentarlos, alzarlos, dormirlos, besarlos y así cada día con una estricta rutina de atención cotidiana y cumplidora del deber de padres, pero haciéndolos todos unas vacas, que se ordeñan, se asean, se alimentan y se dejan por ahí pasteando, y resulta que Dios no nos llamó a tan solo ser sus cuidadores sino sus instructores, a explicarles en cada paso en cada actividad en cada momento cómo atender las circunstancias de la vida, para qué troto? Por qué no como paquetes? Qué es lavar una nevera? Aunque parezca ilógico pensar que les servirá de algo que les hablemos, les contemos y los involucremos a tan corta edad, esa es la verdadera labor de mamá y papá, instruirlos, proporcionarles los conocimientos, habilidades, ideas o experiencias que determinarán su formación, y esto solo se logra llevándolos a experimentar la realidad, hablándoles con franqueza sin tabúes y siendo un ejemplo vivo de lo que ellos querrán imitar.


Hace unas semanas descubrí que mis hijas no eran perfectas, que tenían aspectos por mejorar y que gran parte del éxito sobre estas debilidades dependía de mí, me dio temor, me dio tristeza, pensé en mis propios errores y los vi reflejados en sus vidas, sentí desesperanza y me creí una mamá fracasada y  a ellas las encasille horrible dentro de sus debilidades, me costó bastante, pero entendí, que no podemos pretender que sean perfectos, que son humanos, que no está en nosotros hacerlos caminar de una manera acertada, según qué? O bajo que prejuicios? Está en nosotras conocer sus dones y talentos, sus sueños, sus fortalezas y explotarlas para que logren su realización personal y el cumplimiento del propósito que Dios tiene para sus vidas.


Las aliento a que no se dejen subestimar porque les digan que sus hijos son o no son, cada pequeñín es diferente, dotado de cualidades, habilidades, dones y talentos distintos, en menor o mayor medida, el fin de los padres no puede ser  reforzar aquello que les cuesta, es decir, encasillarlo en el hiperactivo, desadaptado, silencioso, tímido, grosero, mal educado, no!, mucho menos compararlos, no!, nuestra labor es instruirlos, en qué? En aquello que sí tienen, para lo que son muy buenos, enfocarlos en lo que sí poseen, en lo que sí se les facilita, para así dejar de prestar atención a lo que les cuesta un poco más y de manera natural van a resaltar las cualidades aplacando, obviamente y significativamente las debilidades.

Demandará mucho más de nosotros, madres y padres del siglo XXI, que encuentran en la rutina y la atención de tiempo de calidad escaso después de la jornada laboral el descanso y satisfacción del deber cumplido; no es suficiente, tenemos que instruirlos y para instruirlos, tenemos que conocerlos, la instrucción es personal e intransferible, al igual que los métodos y herramientas para este fin, los padres tenemos que adaptarnos a la formación de lo que son nuestros hijos, sin querer cambiarlos, sino haciéndolos cada vez una mejor versión de sí mismos.

Una de sus principales necesidades es la atención, y no es la atención de contar con comida, vestido y rutina, es la atención de conocerlos, de escucharlos, tal vez lo único que quiere es llamar tú atención porque sólo estas cuando hace algo mal pero cuando está haciendo las cosas bien, donde estás tú? qué hace el o ella tan bien que valga la pena reforzar? A pesar de no ser perfectos, sí reforzamos nuestras fortalezas, seguramente haremos sonreír a Dios mientras ve como administramos los recursos que tenemos en vez de andar magnificando lo que nos falta o tenemos en menor medida.





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