EN LA CRUZ

Hace un año ya, rendí mi vida y mi corazón, en el lugar donde la gracia abunda y cubre multitud de pecados.

Y hoy es un buen día para hacer un homenaje a tan majestuoso lugar…

Hace un año, tal vez, no imaginaba vivir más allá de un par de meses o semanas, los sueños se habían muerto, la oscuridad tenia invadida la vida y el dolor reinaba en el ambiente.

Pero fue allí, en aquel lugar que se veía tan lejano, en aquel lugar que parecía no alcanzaría jamás, eran esos ojos de dulce amor que hacía mucho no veía, los que me devolverían ese aliento de vida.

En ese momento fue una expresión sobre natural de amor, fue un amor incontenible que remendó mi ser, un amor que no tiene límites y un amor que invade y renueva todo a su paso.

Hoy tras un año de conocer lo alto que es estar de rodillas ante su sacrificio, veo que es más que cierto, que a pesar de mi infidelidad Él sigue siendo fiel.

Y aquel madero, se convirtió en el centro de mi vida, martillo mi corazón tan fuerte que lo desborono y como cincel volvió a formarlo, unió y sigue uniendo cada piececilla.

Me asombra no más ver que sigo viva, que amo vivir, que amo mi vida, que amo respirar en este mundo porque su aliento me devolvió la vida.

Me asombra ver cuán imperfecta soy, cuánto necesito diariamente de Él.

Pero más me asombra ver cuán bueno es nuestro Dios, cuán grande es, cuan perfecto es su amor.

Yo sigo pecadora, yo sigo con mil luchas, yo sigo fallándole, pero Él me reconforta, me levanta los brazos, me ama, vuelve y me levanta, no se cansa de susurrarme su amor.

Él me usa y eso me parece tan grandiosamente inmerecido.

Yo escuchaba a los artistas famosos decir… la gloria es para Dios! Y pensaba dentro de mi “uuu siii, claro… ellos deben sentirse plenos y orgullosos en cierta medida”, pero que va, es totalmente cierto! Cuando eres un instrumento de Dios, nada tiene que ver contigo, te asombras de ver como Él cuadra cada detalle, como Él te da las palabras, como Él planea citas divinas, como sólo Él merece el crédito y toda la gloria.

Amo el camino de esa cruz, que te abre los ojos de a poquitos, que sabe qué mostrarte en qué momento y en qué lugar perfecto, esa verdad que llega a tu corazón con tal delicadeza, solo Él sabe cuánto puedes soportar, porque duele, pero definitivamente llena y trae libertad.

Hoy esa cruz es mi victoria, hoy esa cruz esta delante de mí en cada batalla, en esa cruz murió la misma muerte, y ahora vive Él en mí.

Un cosa es verla de lejos, otra distinta es estar de rodillas allí recibiendo su gracia inmerecida, y una aún mayor es tenerla delante, y caminar con ella como baluarte.

Aunque varias veces la vi a la distancia, aunque varias veces estuve a sus pies, por fin, por fin!!! Logré levantar mi mirada y ver sus dulces ojos de amor y cruzar, dejar mi vida allí para poder encontrarlo a Él.


Si usted siente que algo en su vida está muriendo, tenga completa certeza de que si está en el lugar en que el amor venció a la muerte, eso que está perdiendo, eso que está doliendo, será restaurado, restituido, revivido, y bendecido de manera sobre natural, su victoria depende del lugar donde lo deje morir.






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